La vida cotidiana y la religión estaban muy unidas. Era una religión politeísta y antropomorfa, es decir, existían muchos dioses y su
apariencia física y comportamiento eran semejantes a los humanos, pero a
diferencia de estos, eran inmortales y tenían grandes poderes.
Todas las ciudades
griegas compartían esta religión politeísta y cada ciudad tenía un dios
protector. Los dioses más importantes vivían en el monte Olimpo.
Los griegos rendían culto a sus dioses de diversas maneras: sacrificios
rituales u ofrendas, actos religiosos como las Panateneas de Atenas, o
juegos como los celebrados en Olimpia en honor de Zeus, en los que participaban
todas las polis griegas. El triunfo en los juegos honraba a la familia del
atleta y a su ciudad natal. Los primeros juegos olímpicos se celebraron en el
año 776 a.C.
Los dioses intervenían constantemente en la vida de los humanos, por los
que, según sus historias, los héroes eran hijos de un dios o una diosa y
un mortal. Algunas de estas historias fueron recogidas por Homero en la
Ilíada y en la Odisea. Estas historias tenían un gran contenido
religioso que se transmitían oralmente y se llamaban mitos, y tanto el
conjunto de estos mitos como la disciplina que los estudia se denominan
mitología.